domingo, 14 de marzo de 2010

Ética, educación y valores


Primeramente pienso que es importante dejar establecido que según lo leído en el trabajo de Gutiérrez (2001) la conducta socialmente aceptada es la Ética. Veamos brevemente algunas definiciones.

Según el Diccionario de la Real Academia Española la ética es la “parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre”. También la define como el “conjunto de normas morales que rigen la conducta humana” por ejemplo: la ética profesional. (RAE, 2010).

Patzig (1971) en García (2010), la define como el estudio de la moral “la investigación filosófica del conjunto de problemas relacionados con la moral”.

Relacionando la ética con la educación se puede citar a Santiago (2007) quien afirma que la ética no es un elemento de la condición humana, más bien asegura que la ética se desprende del ejercicio célebre de una epistemología. “La ética es una filosofía primera, que no tiene su fundación en la razón, sino en el encuentro cara a cara con el otro, esto implica responsabilidad infinita hacia el otro”. Santiago (2007).

En esta última concepción vemos entonces a la ética como una conducta que se produce desde una sociedad en particular, muy cercano a lo que Gutiérrez (2003) propone en su investigación. Ésta se concibe al mismo tiempo como socialmente aceptada por la sociedad y las personas que la conforman. En este mismo orden de ideas, este autor concibe a la ética como un mecanismo de transmisión de la educación formal y la informal.

Esta conducta socialmente aceptada influye sobre los programas de estudio de las instituciones educativas al presentarse como un medio para socializar los contenidos entre los docentes y estudiantes. Pienso que es precisamente el docente quien debe hacer buen uso de su praxis y no descuidar sus funciones, muy en especial cuando se trate de facilitar el aprendizaje tomando en cuenta tanto las necesidades grupales como individuales de sus estudiantes por ende, no debe permitir que sus propias concepciones afecten directamente aquellas que se desean que el aprendiz adquiera a través de los programas.

En este sentido podríamos comentar de lo que también se conoce como ética docente. El docente tal como lo clasifica González (2007) deja de ser ético cuando no planifica y evalúa tomando en cuenta al alumno como eje del proceso educativo, cuando no toma en cuenta las nuevas tendencias filosóficas de la educación promoviendo un aprendizaje más social, cooperativo equitativo y constructivista. La ética docente influye en los contenidos formales e informales cuando el docente, al investigar, reconoce los derechos de autor, cuando conoce las tecnologías de la información y comunicación y sabe aplicarlas para crear ambientes de trabajos más integradores.

Así mismo, la ética afecta el proceso de enseñanza y aprendizaje cuando el docente no respeta lo establecido en la normativa que rige la educación formal y quebranta las leyes transmitiendo sus propias creencias religiosas, políticas y sociales en la relación con sus alumnos. No obstante, el docente también puede, en el buen uso de su didáctica, socializar sus experiencias propias como parte de esa educación informal compartiendo al mismo tiempo estos conocimientos con los previos que ya poseen los estudiantes.

Aunado a lo comentado en el párrafo anterior, podemos relacionar a la ética con la educación en valores, en otras palabras, esos principios curriculares que deben tomarse en cuenta para la formación integral de los alumnos. Tirado (2004) justifica que en la práctica educativa el docente también debe razonar sobre lo que se debe hacer tomando en consideración algunos valores mínimos los cuales pueden ser compartidos por todos los que conforman el ambiente de enseñanza y aprendizaje. “Valores propios de una ética cívica básica: la libertad, la igualdad, la solidaridad, el respeto activo y la actitud de diálogo, que forman en conjunto una peculiar idea del valor de justicia”. (Tirado, 2004).

Ahora bien, estos valores y principios deben poseer un carácter de suma importancia a la hora de diseñar el currículo de las instituciones educativas por ser estos los ejes que van a permitir que tanto docentes como alumnos se identifiquen con el proyecto de institución que se quiere. Con esa misión, visión, objetivos y programas que en ella se erijan. Pienso que no puede existir una institución educativa donde la filosofía de sus creadores sea antagónica a las ideas y pensamientos de aquellos que en ella hacen vida educativa.

Pero al mismo tiempo esos valores y principios que conformen el currículo educativo de las instituciones también deben ir a la par con los que integran el currículo de nación que tenemos. De esta manera estaremos consensuados todos en un mismo currículo de vida. Donde respetemos las normas de convivencia y podamos construir una sociedad arraigada a las buenas costumbres. Una sociedad donde establezcamos esa escala de graduación que establece Gutiérrez (2001) de tipo “Alta”. Donde se reconozca el valor del esfuerzo de las personas para alcanzar sus metas. Una sociedad en donde las opiniones veraces y no las especulaciones, sean reconocidas. Y donde principalmente el Estado y aquellos que se encargan de su administración valoren el bien común de todos.

De pasar lo contrario, entonces tendremos una educación donde impere el facilismo, y el personal académico, administrativo, obrero y por supuesto los estudiantes traten de conseguir las cosas sin el menor esfuerzo. Donde los malos hábitos se conviertan en hábitos diarios y principalmente los estudiantes desvaloricen los programas de formación y sus futuras inserciones laborales. Esto sin duda concluiría en el tercer escalafón de esa escala de graduación, la del tipo “Limitada”.
Donde simple y llanamente todos los que conformamos la sociedad aceptamos vivir bajo modelos copiados de un pequeño grupo social, generalmente el grupo económicamente más poderoso. Donde nos dejamos llevar por el título, grado o jerarquía institucional de las personas. En una universidad donde a los docentes les preocupa que los estudiantes no los llamen por sus títulos sino por sus nombres pero profesan en sus cátedras ser auténticos socioconstructivistas.

A modo de conclusión, quisiera acotar que en el caso particular de Venezuela nos han forzado a ubicarnos en este tercer escalafón desde hace mucho tiempo y a pesar de algunos esfuerzos por construir un currículo de vida propio y no copiado de otras naciones, ha sido difícil no dejarnos influenciar por estos patrones. La crisis latinoamericana no ha sido únicamente económica sino también de identidad. Sin embargo, también pienso que poco a poco estamos creando un nuevo orden social. Tal como lo han dicho algunos intelectuales de este siglo: No estamos viviendo una época de cambios sino un cambio de época”.

Referencias

García, P (2010). Ética / Moral. Diccionario filosófico en línea. Disponible en: http://www.filosofia.org/filomat/df467.htm

González, A (2007). Principios éticos de la docencia. Razón y palabra. Revista en línea. Disponible en: http://www.razonypalabra.org.mx/N/n68/varia/agonzalez.html

Gutiérrez, P. (2001). La ética como mecanismo de autogénesis social. Disponible en: http://postgrado.una.edu.ve/politica/paginas/gutierrezetica.pdf

RAE (2010). Diccionario de la Real Academia Española. Diccionario en línea. Disponible en: http://www.rae.es/rae.html

Santiago, J (2007). Ética y educación. Disponible en: http://morada-filosofia-upel-iprgr.blogspot.com/2007/06/etica-y-educacin.html

Tirado, J (2004). Ética y educación de adultos: la tarea de educar en valores a personas adultas. Glosas didácticas. Revista en línea. Disponible en: http://www.um.es/glosasdidacticas/doc-es/12tirado.pdf

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1 comentarios:

Blogger castellano ha dicho...

muy interesante las apreciaciones y profundas

11 de agosto de 2015, 21:08  

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